para no abrazarnos
para no mirarnos
para no besar.
Gris día para huir
para salir
para sentir
para ser capaz.
Gris día para agachar la cabeza.
Día oscuro para cumplir promesas.
Promesas que nos hicimos en aquella calle de plata tan gris...
Tan gris que no regresa.
"No salieron jamás
del vergel del abrazo.
Y ante el rojo rosal
de los besos rodaron.
Huracanes quisieron
con rencor separarlos.
Y las hachas tajantes
y los rígidos rayos.
Aumentaron la tierra
de las pálidas manos.
Precipicios midieron,
por el viento impulsados
entre bocas deshechas.
Recorrieron naufragios,
cada vez más profundos
en sus cuerpos sus brazos.
Perseguidos, hundidos
por un gran desamparo
de recuerdos y lunas
de noviembres y marzos,
aventados se vieron
como polvo liviano:
aventados se vieron,
pero siempre abrazados."
Miguel Hernández