martes, 29 de octubre de 2013

Y sin embargo...

Irremediablemente sentía que había perdido parte de su vida. La esencia que había sido inalterable, irremediablemente caía. Como caen las hojas en otoño. Como cae el otoño sobre la luz. Irremediable se estrellaba contra el suelo y se hacía añicos. Siquiera los árboles veían a sus hojas destrozarse; ellas caían leves y reposaban contra el suelo frío que las hizo soñar en verano. Soñar que nunca serían pisadas. Y soñaron, soñaron que nunca llegaría el otoño, que alguien arreglaría aquel desastre, aquel ciclo estúpido. Que nadie tendría la fuerza suficiente para separarlas de su hogar, del destello dorado del sol y la rugosa mano que las mantenía con vida.